2 de octubre de 2009

Paciencia y urgencia decrecentista


“Lo que he aprendido con los años es que debemos ser pacientes, constantes y comprometidos. Cuando plantamos árboles, algunos me dicen: 'No quiero plantear este árbol porque no va a crecer lo bastante rápido'. Tengo que recordarles constantemente que los árboles que están cortando hoy no fueron plantados por ellos sino por quienes les precedieron. Por ello, tienen que plantar los árboles que beneficiarán a las comunidades en el futuro.”
(Wangari Maathai. Fundadora del Movimiento Cinturón Verde.)

Las paradojas en el decrecentismo abundan. Algunos dicen que es una utopía imposible y, por eso mismo, necesaria. Un sueño y, por lo tanto, imprescindible. Agreguemos la velocidad de los cambios: son urgentes pero la gran mayoría de ellos requerirán mucho tiempo para mostrar sus frutos. No obstante, alguien tiene que empezar por algún lado. Wangari Maathai lo ha hecho: se puso, sin permiso, sin dinero y sin tecnologías sofisticadas, a innovar hace ya tiempo y ahora puede mostrar con orgullo los árboles plantados por sus mujeres descalzas en el África abandonada a su suerte por el resto del mundo. No tenemos ni idea si a Wangari Maathai le gustará la etiqueta "decrecentista" es decir, darse cuenta que hablaba en prosa sin saberlo, pero su osadía merece ser saludada y elogiada desde aquí. Lo mismo decimos de otras iniciativas ciudadanas que siguen la estela de Wangari aunque con peor suerte, por ahora.

29 de septiembre de 2009

Para pensar


"Por ejemplo, la gente que ha comenzado a interesarse por la idea del decrecimiento podría convertirse en una red de fomento y difusión de experiencias prácticas y elaboraciones teóricas que vayan explorando las posibilidades de cambios más profundos, más allá del perímetro inicial de un programa mínimo común de reformas urgentes. Ya existe un montón de pequeños ejemplos en marcha en esa dirección.

Por ejemplo (...) la casa okupa de Can Masdeu y su experiencia de huertos comunitarios compartidos con vecinos y vecinas del barrio obrero de Nou Barris, en la periferia de Barcelona junto al parque natural de la sierra de Collserola. En un recuadro titulado “A punto para a la gran emergencia”, y tras describir brevemente qué es y como funciona Can Masdeu, los redactores del Worldwatch Institute añaden:

La comunidad –de tamaño reducido— podría seguir adelante aunque la economía mundial se paralizara o si se fuera al carajo ahora mismo.” Luego recuerdan que la acumulación de problemas ambientales irresueltos, que ponen en evidencia “la falta de
lideraje (sic) de quienes más contaminan”, nos puede conducir realmente a un colapso global. Y añade
n:

Si este escenario –el de la «gran emergencia»— [...] se hace realidad, entonces volverá a ser decisivo el papel de las comunidades en su propia manutención.El suministro local de alimentos, la producción local de energía y las tecnologías básicas necesarias para mantener un suministro de agua y tratar las aguas residuales pueden marcar la diferencia entre una buena calidad de vida y la más absoluta miseria.

Si la Humanidad no es capaz de movilizarse para impedir un desastre ecológico, cualquier esfuerzo comunitario para aumentar su autosuficiencia y reducir la dependencia de productos lejanos, que pasarán a ser escasos cuando falle el sistema económico, les ayudará a sobrevivir en un futuro menos estable, tal y como lo hacen ahora los habitantes de Can Masdeu
.”


Enric Tello. "Apuntes sobre la crisis, o las crisis de nuestro tiempo". 2008

28 de septiembre de 2009

Energía marina:sostener lo insostenible




Leemos el resumen de la entrevista a un biólogo español, especializado en ecosistemas acuáticos, titulado “El mar es un yacimiento de energía que apenas se ha explotado aún”. La entradilla de la noticia señala que “el biólogo destaca la importancia del mar en la mitigación del cambio climático y cree que las firmas españolas pueden jugar un papel destacado en este tipo de energía”.

Intentemos una lectura decrecentista, y de andar por casa, de este pequeño texto, desmenuzándolo. “El mar es un yacimiento de energía”. Sí, y muchas otras cosas más entre las que se encuentra ser el hábitat de miles de especies amenazadas por la voracidad productivista y consumista. “Que apenas se ha explotado”: falso, ha sido brutalmente explotado, depredado y expoliado para extraer de él energía alimenticia. De paso ha sido contaminado con la basura de nuestras ciudades y nuestros cuerpos.

Pero lo que el autor quiere decir es que no se han explotado todavía todo el potencial energético contenido en él para mover directamente la máquina productivista como, por ejemplo, la electricidad y eso es cierto, afortunadamente. Y señala que la posibilidad de un uso mayor es enorme. Cierto nuevamente y aquí está justamente el gran peligro: que la voracidad productivista y consumista encuentre la manera de hacer más eficiente el expolio. Continúa señalando “la importancia del mar en la mitigación del cambio climático”: posiblemente, pero entonces a nuestros océanos y mares, además de agredirlos con nuestras excretas industriales y biológicas les estamos exigiendo que se traguen el CO2 que los países industrializados y sus aprendices producen a mansalva.

Por último, comenta que “las firmas españolas pueden jugar un papel destacado en este tipo de energía”. Broche de oro a la fiesta productivista: dado el potencial energético del mar nada mejor que las empresas españolas aprovechen la oportunidad de este nuevo mercado de energía de origen marino. Nada mejor que la alicaída y poco innovadora industria nacional para llenar con miles boyas las costas del mundo y seguir produciendo la energía, limpia, que mueva las industrias, sucias, del capitalismo desquiciado.

En definitiva: innovación, tecnologías y creatividad para seguir sosteniendo lo insostenible.

27 de septiembre de 2009

Acerca de la innovación decrecentista


Resulta evidente el desperdicio de talento y de capacidades, individuales y colectivas, de imaginación y creación, debido a la falta de cauces sociales para que estos puedan expresarse. Es evidente también la vergonzosa infrautilización de energía y creatividad social en nuestra autocomplaciente sociedad tecnológica que, paradójicamente, quiere ser definida por la innovación, la imaginación o la aventura creativa.

Vemos con malestar la deriva de ese talento y de esas capacidades hacia territorios banales, hedonistas y egoístas de creatividad, lejos de los objetivos de bienestar colectivo. Malestar también por la falta de contenido que caracteriza a los discursos de los especialistas en innovación con sus infaltables referencias a la sociedad del conocimiento, la globalización, la productividad, el capital humano etc. Discursos circulares, redundantes y autocomplacientes la mayoría de ellos.

Los “modelos de innovación” aparecen por doquier. Estos modelos, meramente descriptivos y retóricos florecen y se superpone unos a otros. Sin que haya habido tiempo para que se desarrollen los anteriores, las modas traen nuevas teorías, modelos y modelitos. De teorías lineales de la innovación se pasa a otras que destacan la retroalimentación. De aquellas que subrayan los “factores” tecnológicos a otras que apuestan por el capital humano; de iniciales compromisos con innovaciones de “productos y procesos” se pasa a las innovaciones “organizativas y de marketing” etc.

El management y las burocracias de la innovación se han adueñado del concepto y limitan las prácticas posibles a partir de él. Pero siempre detrás de esos análisis y propuestas está la reducción del sujeto de la innovación al actor empresarial. Esto significa una importante limitación de la innovación a sus variantes productivistas y mercantilistas despreciando el amplio espacio de la creatividad y la imaginación distribuida en todo el campo social y cultural.

Por eso es necesaria e impostergable la apropiación social y comunitaria de la innovación. Proponemos aquí vincularla a los objetivos de las propuestas decrecentistas, un cauce político y cultural con vocación de sustituir al productivismo hegemónico. Aquí se deben estimular las prácticas que incorporen como sujetos de la innovación a todos aquellos con capacidad y ganas de inventar nuevas formas de convivencia y desarrollo colectivo.

Sobre el análisis de propuestas de innovaciones decrecentistas y de los desafíos a las que dan lugar queremos construir los diálogos en este blog.

Acerca del decrecimiento

Término incómodo, el decrecimiento, sin embargo, apunta directamente al corazón de las aberraciones productivistas y consumistas. Tiene el potencial para ordenar las prácticas sociales y políticas dispersas del “viejo” mundo ecologista y proponer nuevas prácticas extraídas de sus propios conceptos y principios, todavía en gestación.

Según Serge Latouche el decrecimiento es “simplemente el estandarte detrás del cual se reagrupan los que han optado por una crítica radical al desarrollo y quieren delinear los contornos de un proyecto alternativo para una política del postdesarrollo”

El punto de partida es simple y radical. No es posible el crecimiento económico infinito en una biósfera finita. Y la finitud y las heridas de nuestro pequeño mundo hace tiempo que se han hecho evidentes.

Y a buen entendedor pocas palabras y manos a la obra: a decrecer.

Sus sinónimos aparentes no lo son: ni crecimiento cero ni no crecimiento. El decrecimiento como acción colectiva, propositiva, no se reduce a la crítica intelectual o política al capitalismo depredador. Busca superar tanto la locura de la ideología productivista y consumista como del callejón sin salida de la economía sostenible, a través de la inventiva social. Ahora más que nunca es necesario convocar a la inteligencia, la imaginación y la pasión de los ciudadanos para inventar los mundo sociales posibles.